Mi vida, al menos como artista, puede proyectarse exactamente igual que la gráfica de la temperatura: las altas y bajas, los ciclos claramente definidos.
Empecé a escribir cuando tenía ocho años: de improviso, sin inspirarme en ejemplo alguno. No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. Pero el caso era que sólo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar claqué y hacer dibujos. Entonces, un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse.
Pero, por supuesto, yo no lo sabía. Escribí relatos de aventuras, novelas de crímenes, comedias satíricas, cuentos que me habían referido antiguos esclavos y veteranos de la Guerra civil. Al principio fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigué la diferencia entre escribir bien y mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil, pero brutal. ¡Y entonces cayó el látigo!
(Música para camaleones (fragmento del Prólogo), Truman Capote)
Sólo me he comprado el libro para leer esta parte...
Estrés de exámenes que a punto están de llegar. Mucho, mucho sueño. Pocas ganas de hacer algo. Cansancio, estrés y legañas en los ojos (y esta vez por obligación).
Suerte para aquellos que tengáis exámenes.
P.D1: Lo del blog conjunto marcha... pero preferiría que alguien se encargase de lo que viene siendo la página, ya que para eso yo soy un poco negado :(
P.D2: Sí, os debo una sorpresa... (poco tiempo para hacerla, lo siento).
Etiquetas: literatura, novela, Truman Capote
Votación para ampliar los dias a 30 horas?
Yo tampoco tengo tiempo de nada... a ver si saco un hueco y te hago algunos comentarios sobre libros interesantes oki?
Mil besos y ánimo con esos exámenes ^^